DAVID DE LA MERCED

MANDALA

Estos versos son un cuadrado
que contiene un círculo
que a su vez encierra un triángulo,
y en su centro un grano de arena
que sostiene una montaña,
en cuya cumbre una tortuga
camina en círculos lentamente
dejándose cabalgar
por un arquero miope
en cuya frente un espejuelo
refleja toda la luz y la reparte,
como un faro
desde donde un muchacho se arroja
al mar furioso sin atender el ruego
de quien, desde el fondo,
le suplica a gritos que le llegan
como cánticos de sirena susurrados,
que la deje estar
dormida bajo las aguas
y no las revuelva más buscándola,
que no merece la pena, teniendo en cuenta,
sobre todo, que no tendría sentido
volver sin vida a la vida;
mejor así,
en mar abierto con la boca sellada.

 

 

VERSOS DE ENCARGO

Rompe una flor la resistencia del aire
y se derrama el humo invisible de su aroma.
Los frutos de su vientre ya desordenados en el suelo.

Y la roca rompe la ola en una claridad que vuela
y cae en fragmentos que se juntan y se recogen
en un brote nuevo alambrado de agua.

Y el padre se va, se marcha en su barco.
Abre el mar en dos, se aleja y desaparece.

Arrojamos cenizas al viento o al mar,
y el aire arde de rabia para aliviar nuestro dolor.

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