Abracadabra

GUILLERMO CERVERA

Siempre quise estar ahí dentro con mi cámara fotográfica.

Recuerdo aquel cajón de la cómoda del salón de casa. Estaba lleno de ejemplares del National Geographic, todo lleno de imágenes de fotos inalcanzables, de lugares increíbles que siguen ahí, la gran mayoría. Los que desaparecemos somos nosotros: el paisaje y la fotografía se perpetúan.

Yo era niño y soñaba. Recortaba con mis tijeritas esos momentos únicos y los pegaba en la carpeta del colegio al que no quería ir. Para mí era un infierno. Soy disléxico, y para un niño así el colegio, antes y ahora, es donde no queremos estar. No me entendían, tartamudeaba al leer en alto, los demás se reían. Como decía mi abuela Amparo, “este niño es retrasado”. Quizá un poco…
 
Hoy, casi cincuenta años después de eso, estoy ahí con mi cámara. Por todo lo que uno ha de pasar, vivir, sufrir, disfrutar, dudar, luchar, llorar y reír para llegar a ese lugar preciso, para que ese instante que dura una milésima estalle, para que la emulsión hoy digital pinte lo que un ojo por sí solo no percibe; pasa muy rápido. La vida, quizá.

Me quedo con la masa de agua envolviendo a Manolito, y el resto con la boca abierta de incredulidad de que eso esté pasando. Se llama magia. 

GUILLERMO CERVERA @guillermocerveraphoto