Paco Juan Déniz

Paco Juan Déniz es un reconocido pintor surrealista, considerado como uno de los máximos exponentes de esta disciplina en su tierra. Comenzó en la profesión a la temprana edad de doce años, con el apoyo incondicional de sus padres. Tan solo un año después, en 1969, realizó su primera exposición individual en la Vega de San Mateo.

Es un autodidacta, alejado de corrientes academicistas y comerciales, que ha bebido de figuras como Tanguy, Juan Ismael, Max Ernst o Magritte. Sin embargo, los admiradores más críticos sentencian que desde hace un tiempo, Déniz, ha conseguido la comodidad imaginaria de su estilo. Esta versión, la más deniana, es fruto de un largo andar profesional en el que han coexistido la madurez física, mental y técnica.

Podemos observar una obra de cualquier época, técnica o formato que no tendremos demasiada dificultad para atribuirla a su autor. Su estilo se ha trazado a través del simbolismo, de una gama de colores intensa, de la idiosincrasia canaria, del barroquismo, de figuras manieristas, del juego de sus pinceles autómatas y, sobre todo, de aquello que solo se puede ver entre veladuras.

Con todo ello, ha logrado en sus cuadros un surrealismo fiel a la esencia del estilo; detrás de cada pieza subyace un mensaje crítico. Pero, por regla general, la idea no aparece de manera clara, agresiva o invasiva para el espectador. Primero nos presenta un escenario dócil, de escenas cotidianas, y una vez dentro nos va contando, poco a poco, la esencia de lo que le preocupa con la ayuda de los símbolos y personajes que van apareciendo en escena.

Déniz es un gran observador del mundo que le rodea, esta característica le ha valido para representar en sus obras, de forma casi profética, historias que han ocurrido tiempo después. Es conocedor de la situación crucial que vivimos con el medio ambiente, también en lo social, en lo cultural y en un largo etcétera. Por eso no quiere que sus cuadros ahonden en lo negativo, quiere dar un mensaje de esperanza y decirnos que aún queda una salida.

Con lo expuesto, a priori, puede parecer complicada la contemplación de sus obras. Algo que no deja de ser cierto, ya que para su comprensión precisamos de la llave que nos abre la pequeña puerta que da paso al gran universo deniano. Una vez dentro es fácil saltar de un cuadro a otro mediante los elementos comunes que definen la obra del surrealista: velas, cuchillos, arados, tierra, sombreros, ojos, horizontes… Sin duda, hablamos de un viaje iniciático en el que vamos obteniendo las herramientas necesarias para su interpretación.

Al igual que iniciático y complejo es para el autor el proceso creativo. Su sabia cautela ante la obnubilación del éxito le hace mantenerse en un permanente estadio de aprendiz. Se cree lejos de la meta final, pensamiento que le obliga a conservar el ritmo de la marcha, tal y como haría el viajero utópico. Su búsqueda entre la diversidad técnica y su incansable curiosidad lo mantienen en la brega con el ímpetu de un niño.

 

Durante este año y el próximo se celebrarán distintas exposiciones con motivo de su 50º aniversario de trayectoria profesional y expositiva. Fruto de su último trabajo han surgido las series “Los Borrachos” y “La Dama de Noche”, en las que trata la problemática del alcohol y la belleza de la Luna, respectivamente.