BLOW UP

Fotografía y texto: David GP

Quería fotografiar ese puente. Bajé al paseo y busqué la mirada adecuada, un buen general, buenas fugas y rectas que estabilizasen la imagen. Ahora solo quedaba esperar a esos puntos de atención que tarde o temprano pasarían por ahí; digo puntos porque en ese momento no eran personas, sino elementos compositivos de ese cuadro con el puente de Williamsburg de fondo que quería fotografíar. Alguien pasaría caminando, o haciendo deporte, quizás un niño con una caña de pescar. Pero no tuve que esperar mucho, él llegó y como por arte de magia se metió en mi cuadro. Ahí desconecté. Entró ella y entonces disparé. Seis tiros, treinta segundos. Ni siquiera en ese momento lo ví. Una repentina sensación de voyeur me invadió y quise dejarles, como si fuera un evento al que no estaba invitado. Sin apenas cerrar el obturador de la última foto volví a subir el puente y seguí mi camino de visitante en la jungla de asfalto, sabiendo que tenía la foto que quería pero no lo que pasaba dentro de ella. Huía de la escena del crimen, había robado algo secreto, algo íntimo.
Al llegar a casa ya en España y revelar las fotos pasó algo, tuve un “blow up”. Igual que al fotógrafo de Antonioni, solo que en vez de descubrir un asesinato descubrí una ruptura. Quedaron frente al mar. Se miraron y hablaron sin palabras. Él le entregó algo. Ella, entre lágrimas, declinó. No hablaron. Fotografíe el último momento de algo y lo hice sin saberlo, atento solamente a esas personas como elementos de peso en una composición, deshumanizándolos completamente por el bien de mi mirada, sin saber que estaba captando un momento que puede que esos dos individuos no olviden jamás. Es curioso como a veces miramos y no vemos nada, puede que ese cristal que nos ponemos delante no sea lo bastante transparente.