MOTOR 1

Foto y texto: Rubén Acosta
Una vez escuché una visión de un isleño que me inspiró: el mar no es un límite sino múltiples puertas abiertas. Esa visión de aventura, de descubrimiento y de valentía quita vendas y libera de la presión de una isla. La idea de conquistar nuevos mundos, adaptado a la contemporaneidad y a la industria del turismo, es la que influye en el turismo de cruceros. Pero este turista no suele ser aventurero. Está cómodo en su camarote de lujo, come y bebe a todas horas, amanece en cada puerto para tener una minidosis de experiencia de viaje sin los temores del viaje, sin arriesgarse a descubrir la cultura gastronómica del lugar, las gentes locales en su justa medida, y visita únicamente los escenarios turísticos. Eso sí, todo con un estricto horario que le impide aventurarse por su cuenta, no sea que el barco zarpe y le deje en tierra a mercé de la vida local. Esta visita fugaz a los puertos es una "visita de la suegra", como diría mi madre si hablásemos de limpieza.
El mar no es un límite, pero tampoco a bordo de un crucero es una aventura. No deja de ser otro ejemplo más de la maquinaria del turismo global.