Nº 15

Fernando Barbarin

CHE QUIJOTE

 

Nunca olvidaré la fabulosa adaptación de dibujos animados sobre las aventuras y desventuras del ingenioso Don Quijote de la Mancha. Yo por ese entonces contaba con la edad justa para no diferenciar el lunes del viernes, el otoño de la primavera, el amor del cariño... un dibujo animado de la realidad. Por ello disponía de la inocencia necesaria para disfrutar y saborear desde el primero hasta el penúltimo de aquellos geniales episodios… digo penúltimo, puesto que el capítulo final fue el que me arrebató despiadadamente parte de mi infancia, aún puedo ver mi pequeña cabecita apoyada sobre la cálida y confortable panza de mi padre frente al televisor, y ahí, en su interior se encontraba mi querido y altruista Don Quijote... postrado en una cama, viejo, enfermo, y resignado… nunca me podía imaginar aquel fatal desenlace, no me refiero a la inevitable llamada de la parca, no, me refiero al momento que antecede a su muerte, donde recobra la estúpida cordura y bajo una cuestionable lucidez, se arrepiente y lamenta de todas aquellas fantásticas y geniales aventuras vividas y de las cuales de alguna manera me hizo cómplice. En su lecho de muerte se despide rogando el perdón a todos aquellos a los que involucró en sus fantasías. Ese día apunto estuve de ahogarme en mis propias lágrimas, el muy cabrón me dejó huérfano de sueños e ilusiones, la gente ya sólo veía molinos. Se dice que Don Quijote estaba loco, “loco” o “locura” son uno de los más ambiguos términos de nuestro vocabulario, no pretendo ensalzar las disfunciones neuronales ni caer en el simplismo de asegurar que los verdaderos locos están a este lado del muro, a lo que me refiero es que en muchas ocasiones gratuitamente se tilda de loco a “algo” o a “alguien” condicionado por un amasijo de prejuicios, pautas culturales, doctrinas y fantasmas. Para unos es una locura poner la vida en peligro por defender unos derechos y para otros es una locura permitir que se conculquen dichos derechos, para unos es una locura las diferencias sociales y para otros no diferenciarlas, para unos es una locura creer que el mundo puede cambiar, en cambio para otros es una locura pensar que alguien creó el mundo, para unos es una locura el precio del kilo de angulas y para otros que exista hambruna, para unos es una locura una vida sin lujos y para otros es un lujo poder vivir una vida loca, en definitiva, para nosotros los otros están locos, y para locos, nosotros.
Nunca leí el Quijote ¿pá qué?