Nº 17

Fernando Barbarin

DINERO

 

Yo no sé cuánto vale el dinero, pero sé que no vale lo que cuesta; tampoco sé si sirve para todo, pero lo cierto es que casi todo tiene un precio. De lo que estoy seguro es que puede ser motivo y solución de un mismo problema, como por ejemplo el hambre. Yo, al igual que algunos economistas, no tengo ni idea de economía, pero creo que es un grave error apuntalar la felicidad en función del poder adquisitivo o la capacidad de consumo, ya que cuando se tambalean esas frágiles estructuras el pánico se extiende rápidamente como una epidemia. La crisis no azota por igual a todos, pero todos hablan de ella con igual intensidad; el presidente de una gran compañía puede compartir las mismas horas de insomnio y preocupaciones que el segurata de una de sus empresas, aun siendo las consecuencias para ambos tan absolutamente incomparables. Hay quien se siente infeliz viendo encoger su gran patrimonio, hay quien lo es porque este año no podrá cambiar de modelo de automóvil, otros por no poder salir este sábado a cenar a un restaurante y para otros muchos, sencillamente porque mañana tiene forma de interrogante. Vivimos en una felicidad comparativa, donde el consumo se ha adueñado de nuestros sueños y ha desplazado nuestras necesidades reales. Es como aquel magnate que disfruta de su flamante embarcación hasta el preciso instante en el que se le atraganta el caviar observando como un yate de mayor eslora fondea a su lado. Ahora un niño no es más feliz por tener la PlayStation 3, pero seguramente se sienta desgraciado por no tenerla. No quiero parecer un “guay”, lo que pretendo decir es que esta crisis viene precedida por otras crisis, ¿intelectuales?, ¿políticas?, ¿de valores?. Eso sí, es  ahora cuando las verdaderas fauces de la economía devoran a su paso derechos y libertades, desgarrando en cada dentellada proyectos sociales, culturales y medioambientales. Estas victimas no reciben ningún tipo de auxilio ya que el miedo ha paralizado hasta al más bravucón del barrio. Supongo que el dinero es un concepto, y la moneda una herramienta para que los consumidores podamos entenderlo. Una última cosa, ¿dónde está nuestro dinero?