Nº 23

Fernando Barbarin

ARTE

 
Siempre me ha resultado complicado opinar sobre el mundo del arte. Por un lado creo que hay mucho artista impostor que el único arte que le reconozco es precisamente vivir de ello, y por otro mucho público talibán y cateto que patearía una obra y lapidaría al autor por el mero hecho de no entenderlo. En los concursos de mises no es la más guapa del universo quien gana el certámen, es sencillamamente quien resulta elegida por el jurado entre las que se presentan. Creo que en las diferentes disciplinas artísticas ocurre lo mismo... no es el mejor pintor quién es representado por una importante galería, es el más cotizado, pero no es el mejor. Yo he conocido a pésimos artistas con más labia que discurso y a magníficos creadores carentes de vena comercial. 
El divorcio existente entre público y arte parte en muchas ocasiones del creador, la figura del artista excéntrico que levita lanzándonos su obra para ser interpretada mientras se retira mostrándonos su espalda resulta ridículo.
El arte es comunicación, así que quienes pretendan reducirla a una expresión elitista donde solamente unos pocos privilegiados dotados de un don divino son los elegidos para saborearla, estarán fracasando. 
¿Cómo sería una feria internacional de arte si se ocultaran los nombres de artistas y galerías, quién saca la chequera? No intento desacreditar nada, todo lo contrario. Creo ciegamente en todo tipo de corriente o expresión artística, creo hasta en las que no me gustan. Lo que pienso es que hay que establecer más puentes entre el arte y el público. Me resulta paradójico asistir a inauguraciones donde los asistentes están más pendientes de dejarse ver y mirar quién les observa que observar lo que han ido a ver. 
No me gusta el arte cuando se convierte en negocio y no me gustan los simplistas que atacan cualquier iniciativa artística “distinta”, me gustan las mentes creativas que emplean el arte como dique de contención alternativo ante otras formas superficiales de disfrutar y entender la vida. Me gustan los padres que llevan a sus hijos a exposiciones y museos, me gustan todos los creadores que crean por la necesidad de crear. Me gustan los creadores que disfrutan de otros creadores.
 
No me gustan los cuentistas.