CENTROS COMERCIALES

Txomin Pascual

A partir de ahí se construyó todo. Locales comerciales de doble altura, todavía vírgenes. Tan solo un par fueron trabajados, convertidos y utilizables: uno una cafetería, el otro una guardería, o una tienda de plantas o de animales, no lo sé con certeza. Ambos daban al exterior, el interior permanecía y permanecerá desolado, reservado a los inquilinos. Se ideó en época de prosperidad y derroche, etapa de dinero fácil y rápido; todos querían su porción del pastel, nadie sabía con certeza lo que pasaría en el futuro, a nadie parecía importarle. Esto no quiere decir que no se creyera en el proyecto, seguramente hubo quien se ilusionó, especialmente cuando ya estaba amortizado de antemano. Eran seis bloques de viviendas sobre locales comerciales de doble altura, con un patio interior abierto a todas las calles circundantes. Bajo el patio un supermercado, más abajo parking gratuito. Quizá hubiera funcionado en otro lugar, en una zona más frecuentada, antes o después de la crisis.
Ya me estoy imaginando cómo lo vendió el que lo ideara; es como si lo estuviera viendo: Aquí y allá tiendas de ropa, una panadería, una farmacia… será un centro comercial abierto. Las escaleras mecánicas subiendo y bajando personas incansables, el bullir diario, el ajetreo de las gentes entregadas a sus deberes, unos trabajando y los otros gastando. El sonido de la fuente central amortiguando estos ruidos. Un kiosco al lado de la fuente para dar vida a todo ese ajetreo. No se preocupen los vecinos: a las 20:00 h. todo estará cerrado y las viviendas se protegerán con ventanas de doble vidrio; todo de primera calidad. Las habitaciones dan al exterior. Será un lugar de referencia dentro de la ciudad.
Y la idea parecía buena, pero solo como posibilidad. Se avecinaban tiempos peores y la gente decidió esperar y apostar sobre seguro. El alquiler no resultaba barato y techos y paredes se veían desnudos; había que invertir tiempo y dinero, parecía más sensato esperar. Tan sensato que al final todos lo hicieron, y ni siquiera el supermercado llegó a inaugurarse. Los locales quedaron vacíos y desnudos, más aún por cuanto que cualquiera podía verlo a través de las cristaleras ahumadas. Hoy nadie en su sano juicio pagaría una cantidad de dinero mínimamente seria por esos locales. El patio interior es una zona tranquila, casi muerta, muy práctica para aquellos que buscan quietud en la desolación. De día todavía resulta soportable, pero de noche, al rumor silencioso de la fuente inactiva, la soledad y la tristeza se hacen con buena parte del ámbito, a pesar del clima templado de la isla se te incrusta en los huesos con su frío húmedo, difícil de combatir diez calles más abajo o dos pisos más arriba, al calor del hogar; se extienden desde el centro hacia todas las direcciones, cubriendo los accesos y un poco más, pero no mucho, de suerte que desde el exterior, para el extranjero o para aquél que no penetre (y nadie penetra a no ser que tenga un motivo para ello) pueda parecer a simple vista un bloque de viviendas normal y corriente, sin ninguna historia particular.