poema

Paula Andrea Bernal

Cubertería


Cubertería

¿Recuerdas que olvidaste las tenazas?
¿La cuchara sopera?
¿El cuchillo recién afilado de la carne?

Creo que están bailando en la cocina.
Escuchan en la radio Can’t take my eyes off you

Tratan de celebrar un amor difícil de explicar.

Hubo un tiempo en que tenedor pinchaba mucho a cuchara.

La cuchara giraba hasta marearse en la tacita de porcelana
y el malvado cuchillo iba cortando ferozmente por ahí la vajilla entera.

¿Recuerdas todo lo que olvidaste?

Hay una mesa vacía en el salón que quiere salir volando por la ventana.
La vida es esa cubertería sutil que nos persigue.

 

 

Corzo


Miraríamos al corzo y fingiríamos.
Con un chasquido de dedos conseguiríamos hacerlo desaparecer.
Desde hace siglos el ciervo había vivido en el bosque de Bostrom.
Sí, el corzo tenía siglos de vida.
Una vez el párroco de St. Andrews dijo que había conocido a Jesús.
Los niños abrían la boca asombrados.
Empezaron a colocarlo en los pesebres junto con la mula y el buey.
Era un corzo de nieve.
Había aprendido a vencerlo.
Alguien lo había encontrado en la carretera.
Débil.
Recuerdo de nieve.
Susan creía en la magia.
Con un chasquido de dedos conseguiríamos hacerlo desaparecer.

Los niños abrirían la boca de nuevo. La magia habría acabado.
Y no puede existir un mundo sin magia.

 

 ILUSTRACIÓN: mAICA LUIS