Soy movimiento

Luis Miguel Coloma

Tratando de permanecer descubrí mi estado de tránsito absoluto. Estar quieto es una ilusión. Humana. Ingenua. Queriéndolo o no, soy un ente en constante desplazamiento. En una forma de traslación pluridimensional. En un estado supraconsciente del ser en el que uno es movimiento en sí mismo. Soy una ráfaga semitransparente a los ojos, porque en cualquier fracción de segundo estoy pero no estoy del todo. O no estoy aún. O ya no estoy.

Adquiero una forma de existencia incierta, entre orgánica y etérea. Me fundo con mi entorno. Me incorporo a esta realidad que podría perfectamente existir sin mí. O bien, que existe solo ante mis ojos. Porque yo la habito. Porque sin mi tránsito por ella podría perfectamente no ser. No haber existido nunca o ser solo una opción. Como millones de instantes en millones de vidas. De millones de personas. En millones de lugares.

No soy ayer ni soy mañana. Todas estas maneras de ser me inspiran una forma estática de presencia que ahora soy consciente de que es imposible. Habitan en mí todos los que fui y hay espacio para todos los que seré. Tampoco soy ahora. Soy mientras.

Me despojo de toda materia. De mis apegos y de mis miedos. Me derramo sobre la tierra. Me disuelvo en la luz y en el viento. Me siento brutalmente libre. No existe instrumento aún capaz de medir mi cadencia. Ninguna ventana limita mi luz. Ninguna puerta cierra mi desierto. Olvidé el sabor de las lágrimas y la angustia de la espera. Mi reloj no tiene manecillas ni números. El fuego no me quema. El aire no me ofrece resistencia.

Soy tránsito. En viaje permanente hacia el allí. Si me detuviera, de mis pies surgirían raíces que se clavarían profundas en el suelo. Convertiría cualquier milímetro del allí hacia el que navego en un aquí. Volverían a emanar apegos y sentimientos de pertenencia. El viento que me arropa me envolvería con cadenas oscuras y pesadas. La niebla en la que me he mimetizado se endurecería y me encerraría. Perdería la libertad.

La libertad… Otro anhelo ingenuo como aquel de pretender que nada cambie. Un concepto limitado por su grafismo y su sonoridad. Ser mientras es mucho más que ser libre. Es una dimensión supranatural del ser. Es existir brutalmente.

 

Pintura: Bruno Chiarenza