Los Gitanos del mar

Oscar Presilla http://unbilletedeida.blogspot.com.es

En el sudeste asiático, por algunas de las islas en el mar de Andamán y la zona de Borneo, siguen navegando y llevando una vida nómada en sus kabang, sus barcos casa, los gitanos del mar

También conocidos como moken, bajau, urak lawoi o chao le, dependiendo de los lugares donde se van asentando. Sólo quedan unos dos mil, y las presiones de los gobiernos de la zona o de las industrias pesqueras y compañías petrolíferas, les están obligando poco a poco a abandonar su original modo de vida y vivir en tierra, algo a lo que no están acostumbrados y que sólo llevaban a cabo en época de monzones, cuando construían unas chabolas en la costa y aprovechaban para reparar sus barcos. El resto del año navegaban entre Birmania, Tailandia, Malasia e Indonesia aprovechando vientos y corrientes. Carecían de nacionalidad, simplemente eran gitanos del mar.
Parece ser que provienen de China, desde donde llegaron hace unos cuatro mil años bajando por tierra hasta que encontraron el mar. Tienen su idioma propio y una religión animista, su mundo es el universo. Nunca han oído las palabras medio ambiente, ecología o sostenibilidad pero saben vivir perfectamente de lo que les ofrece la naturaleza sin explotarla. Se dieron a conocer en el mundo durante el tsunami de 2004 que devastó gran parte del sudeste asiático; no murió ninguno de ellos. Su conocimiento del mar y la naturaleza les hizo prever lo que venía con anticipación. Los que se encontraban en tierra subieron a las colinas más cercanas, los que se encontraban navegando pusieron rumbo mar adentro para evitar la gran ola. Y están convencidos de que aquel desastre fue un castigo de los espíritus debido al mal uso que hacemos los humanos del planeta.
Sólo pescan lo que van a comer y conocen todas las especies marinas; utilizan redes lo bastante anchas para que no queden atrapados los peces pequeños; no tocan delfines o tortugas, son sus hermanos del mar; jamás echan el ancla en los arrecifes para no estropear el coral. Y si alguna vez tienen pescado de sobra lo ponen a secar y lo venden para conseguir el poquito dinero que necesitan para llevar su modo de vida. Los niños casi aprenden a bucear antes que a caminar, su foco visual se acostumbra con rapidez al salitre y no necesitan gafas para ver el fondo. También saben cómo aprovechar al máximo su respiración y son capaces de aguantar muchos minutos buceando sin oxígeno.
Por desgracia es una de esas civilizaciones que poco a poco tiende a desaparecer a causa de las prisas y la codicia de este nuevo mundo. A muchos de ellos no les queda otro remedio que adaptarse a la civilización moderna. Acaban buscando algún trabajo en lugares turísticos y se sienten algo enjaulados llevando un estilo de vida tan diferente. Dicen que antes se sentían más ricos y sobre todo más libres, pertenecían al universo y el universo era suyo.