Confieso

Rosa Elena Brito

Confieso

Ahora que reconoces la humedad en el grito de mis branquias,
el frío de la oscuridad;
ahora que te atreviste a hacer funambulismos
por los perfiles curvos de mi soledad,
donde sé que descubriste alguna esquina...
te confieso,
que no estoy acostumbrada.

Espero que no te hayas hecho daño.
De haber sabido que venías, no la habría puesto ahí.
¿Te importa si la pliego mientras hablas?
Se me nota ¿verdad? Son los nervios.
A los perfeccionistas no se nos da bien barrer bajo la alfombra.

Confieso que la sombra
y la presión en lo más profundo,
resultaron un buen espacio
para construir algunos muros, de cristal,
entre los que esconder los miedos de la bestia amable,
del cuento...
disfrazados de belleza épica y romanticismo rancio.
Puro cuento.

Pero los traspasas sin destrozos, casi sin tocarme,
sin costarte... sin cortarte y sin permiso.
¿Por dónde has entrado? No te vi llegar.
Los muros, ni te importan, ni los ves.
Y no sé si es valor ingenuo
o la pausa sosegada de la conciencia estoica.
Y no me importa porque creo, que ya estabas dentro.

El camino es tan distinto...
desde ahí nunca tuve que librar batallas,
no tengo escudo para tu paz, ni estrategia para tu ataque
y sin embargo, mis ejércitos están alerta;
pero no tienen armas contra ti,
la dulzura no necesita defensa.

Se desvanece el cristal frío,
se me caen las sombras
y la luz inventada por la que solía escalar
hasta la superficie que me asfixiaba.
Y entras, no sé por dónde,
porque entras sin quererlo, sin fuerza
y sin esfuerzo me desnudas, sólo con tu presencia
y bajo la piel, tiemblo.

Confieso,
que me cuesta flotar neutra.

 

POEMA: rosa elena brito / FOTOGRAFÍA: Joaquín Vera — bruto Estudio